La idea de este post parte de la nota de prensa emitida por Scopen en la que dicen que los anunciantes preferidos por los publicistas son Coca-Cola, Nike e Ikea. No detallan en función de qué ni si era un grupo cerrado de marcas o por recuerdo espontáneo. Entre los entrevistados, la mitad hablan desde el negocio (dirección, cuentas…).
Todo esto me sirve para argumentar que sí, que los grandes anunciantes traen reconocimiento e ingresos a la agencia, y algunos de ellos también bonitos presupuestos y mente abierta para hacer cosas chulas. Pero nada como un cliente que se pone en tus manos tras contarte qué le quita el sueño. Y éstos suelen ser modestos, porque los grandes ya suelen tener muy claro hacia dónde quieren tirar (a veces a ellos también les viene dado) y sólo suelen pedirte que ejecutes.
Si llevas un tiempo en la industria de la publicidad, el párrafo anterior lo habrás comentado a favor/en contra ya miles de veces. Pero si eres una PYME, igual no eres consciente de que a nosotros NOS GUSTA trabajar con vosotros.
La pena es que pocas pymes se atreven a acercarse a un estudio de diseño para ponerse guapos, o a una consultora de branding para subir su autoestima y tener las ideas claras. Tenéis que empezar a vernos como un partner clave para el éxito, no con el miedo de quién va a recibir un montón de powerpoints a un precio desorbitado. Como dicen en castillosdearena:
#pymesanimaros
Pongo ahora dos ejemplos de pymes que han nacido de un proyecto de crowfunding y que me encantan por dos razones: proyectos que nacen incluyendo la sostenibilidad como una de las claves de su negocio, y con un estilo muy chulo.
El primero es un proyecto de tres australianos alrededor de un producto aburrido y de primera necesidad: papel higiénico. Mientras los grandes fabricantes se pegan con la marca del distribuidor y bajan sus precios, ellos han decidido pasar del producto y montar su negocio alrededor de un compromiso: la redistribución de los beneficios obtenidos en cada venta que hagan. Se llaman Who Gives A Crap y parte de su éxito ha sido el humor que ya intuyes desde que oyes su nombre.
El segundo es una empresa de jabones llamada SoapBox Soaps. Cada vez que venden un producto proveen con jabones, agua o vitaminas a distintas ONG por todo el mundo. Pero en este caso el producto no es secundario. Ellos se esfuerzan porque se cumpla esta sencilla relación con los clientes: que su filosofía les atraiga, pero que sea su producto el que les fidelice.
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