Normalmente la pyme (por supuesto no todas), a la hora de llegar a construir su marca no le da la importancia que esta tiene en el desarrollo de su empresa. Piensa que es algo demasiado caro e innecesario; la mayoría de las veces no la hacen ellas mismas. Algunas acuden a profesionales no cualificados para que les hagan logos que normalmente no tienen ningún criterio de concepto ni de diseño, ni mucho menos tienen cabida en el branding que una pyme se merece. Hemos matado al branding sin siquiera empezar con él.
Y ahí es donde la pyme se encuentra con una marca sin construir, ya que se ha conformado con un logo y unas tarjetas mal diseñadas, y el nuevo (o viejo) empresario o autónomo no llega a ver cómo ese branding mal construido no beneficia a su marca ni a las ventas de su producto. Se pueden quedar estancados en la percepción que su público tiene de él, y eso puede impedir el avance que la pyme necesita.
Se está siguiendo la filosofía del conformismo.
También están las pymes que empiezan a hacerlo bien. Contratan a un estudio de diseño, a expertos de marketing y branding, como los que hay en castillosdearena, que les asesoran y empiezan a construir los cimientos de una marca. Se aplican los criterios surgidos de un meticuloso trabajo para comenzar la aventura… pero después de un tiempo las empresas empiezan a prescindir de ellos, conformándose con lo que tienen, gestionando el branding ellos mismos, lo que les puede llevar a cometer errores que en el futuro seguramente se paguen caros.
Hay cosas más importantes, como las ventas, (y seguramente es cierto). Puede que tener un storytelling, unas fabulosas fotografías que muestren lo que somos, o usar bien el logo de la marca, no den las ventas que se desean con rapidez. Aquí nos tenemos que detener a pensar con claridad para poder entender que el branding no ofrece ventas inmediatas, lo que ofrece es el camino para crear una historia que compartir con sus clientes, crear valores e imagen para que sus consumidores estén satisfechos y contentos de formar parte de una marca que cuida su imagen y por lo tanto sus productos y a sus clientes.
El branding genera confianza y la confianza con el tiempo se convierte en valor.
Estas pymes que empiezan por el buen camino y lo dejan porque no ven los resultados inmediatos… también están siguiendo la filosofía del conformismo…
¿Quién no ha tenido una avería de fontanería y su padre no quiere llamar al fontanero ya que el mismo puede arreglarlo? ¿Qué suele pasar? Pues la mayoría de las veces, la avería se hace más grande y lo que antes, si se hubiese llamado a un fontanero profesional, costaba x euros se convierte en 3 veces x. Se paga el caro por el desastre, en cierto modo por que nuestro padre, aunque con buena voluntad, es un cabezón… y no sabía de fontanería como él creía, y en donde, en un principio vio ahorro ahora hay un problema mayor.
Pues lo mismo pasa con la construcción y gestión del branding de una pyme. Lo que se haga mal hoy es posible que se pague más caro en el futuro y verdaderamente, las cosas no están para hacerlo mal.
Algunas pymes (no todas, hay muchas que lo hacen muy bien) caen en el común error al considerar que realizar una buena imagen que resalte los valores de la empresa no tiene valor estratégico y por eso deja de invertir lo necesario en su desarrollo, de esta forma pueden llegar a privar, sin desearlo, a su público de una experiencia que va más allá de la compra. Esta pyme está perdiendo la oportunidad que le ofrece el branding y esto puede suponer que un cliente potencial no le recomiende a otro ya que ha encontrado otra marca que si le «emociona y genera sentimientos por su producto».
Este tipo de pyme puede llegar a tener hoy en día los días contados. La competencia es feroz y esa ferocidad se aprovecha de los que están desprotegidos, de los que carecen de las herramientas y recursos necesarios para resistir, y entre estas herramientas se encuentra el branding, que es uno de los recursos que mejor se adapta a medida que las cosas cambian, para ayudar a una empresa.
Si se tiene un branding sólido se podrán aumentar las posibilidades de aguantar. Siempre, claro está, combinándolo con otros muchos factores no menos importantes.
Hoy en día estamos ante una sociedad muy informada, no más exigente que antaño, pero si con más conocimiento del producto que quiere comprar, y por eso quiere conocer a quién lo vende, y que esta empresa le cuente que se preocupa, que le de una imagen clara, con unos códigos visuales bien diseñados y que le diferencien… La gente quiere que se comuniquen con ellos, que les cuenten historias que no sean opacas, quieren que el producto que compran sea visualmente hermoso y de calidad y que la empresa que lo vende también sea visualmente hermosa y llena de contenidos que se traducen en valores.
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